Siempre he visto como las mujeres sienten ese placer culpable cuando van a la peluquería, compran maquillaje o invierten en cremas de tratamiento, no sé, cualquier cosa que sea “superficial” para sentirse bien lo ven como un gasto, no creen en el concepto de que toda mujer merece un descanso.
Luego de la sesión de peluquería, maquillaje, yoga o, simplemente, de una visita al Mall para comprar vestuario cada chica que me habla dice lo mismo: mi pareja se va a enojar por tanto rato que llevo acá metida y, en otras situaciones, quieren esconder o disimular el gasto porque su pareja lo encontrará excesivo. Ahí es donde me pongo a pensar por qué esconder un regalo que se pueden dar al mes; llevándolo a los dos extremos: la chica que trabaja, tiene un sueldo propio y puede gastar una parte de éste para lo que desee y el resto dejarlo para mancomunidad familiar, en el otro lado están las mujeres que trabajan en casa, atendiendo a su familia y los quehaceres del hogar, en parte de ese ingreso familiar debería contemplarse un ítem de “gustos”.
Me detengo más extenso en el caso de las dueñas de casa porque, en el ejemplo de las trabajadoras dependientes de empresas el que sus parejas les controlen tanto el gasto personal es una situación más bien de falta de personalidad, de exigir su espacio, o de criterio psicológico que debe tratarse con voluntad propia, pero la situación de cada esposa dedicada a casa es distinto. Como hombres, los esposos, novios o parejas estables, tienen la posibilidad de beber una cerveza con los amigos en las tardes luego del trabajo, fuman un cigarro en la esquina antes de volver a casa, comparten almuerzos con sus compañeros de labores y, si no queda mucho sueldo para divertirse en un juego de pool o de cartas, al menos tienen la garantía de ver caras distintas, “respirar” en cierto modo en otro “aire”, mientras que las dueñas de casa están encerradas todo el día en una rutina francamente desesperante.
Entonces, es ahí cuando me sorprende que cada una de ellas, trabajadoras dependientes de su familia, no tengan un instante para poder disfrutar y sentirse mujeres, sentirse bellas, estar solas sin nadie que les pida nada y hermosearse, que sea su espacio, su minuto y en el que ellas pueden mirarse al espejo volver a respirar y admirar su belleza. La idea es que sin el apuro o la recriminación de “porqué saliste de casa”.
Hemos avanzado al año 2014 y aún siento que hay tantas que le deben poco menos que una reverencia a su marido, una explicación al novio o que sienten culpa por no cuidar al bebé por sólo un par de horas a la semana, increíble.
Este tema siempre me ha hecho reflexionar; si alguna de ustedes lee este post y si no tiene el presupuesto para poder salir de casa y visitar un salón de belleza o comprar ropa nueva en una multitienda, reflexiona, y si no es así debes tener un minuto a la semana para moler una palta y aplicarla en la cara mientras te sumerges en una tina con agua tibia, salir a jugar naipes con tu vecina, a disfrutar un helado en la plaza o, simplemente, tomar una taza de té con tu amiga del barrio, debes hacer ese esfuerzo por respirar y poder seguir adelante. Ten en cuenta que sólo por el hecho de ser mujer mereces un descanso.
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